"Los ojos no ven nada más que lo que miran y no miran nada más que lo que ya conocen. Añadamos como corolario que si no encuentran lo que buscan, dicen que no hay nada".
(Telesforo de Aranzadi)

viernes, 12 de febrero de 2010

0.1

Contra el síndrome juvenilista que infecta a la sociedad occidental y prestigia el sector más inútil, ignorante, vacío y conservador de la misma.

Contra los jóvenes en general de nuestro tiempo, por su actitud llorona y cobarde. Su falta de imaginación y generosidad. Su pasividad en las propuestas de futuro. Su ovejuna conversión en masas consumistas disciplinadas y acríticas.

Contra los estudiantes. Ceporros hibernados en las cárceles del aula, que aceptan todas las vejaciones del sistema con el único motivo de ganar algún dinero el día de mañana.

Contra los dóciles lameculos que creen que su juventud es un grado de gracia que les concede el privilegio de la impunidad.

Contra los artistas jóvenes. Metástasis funesta; copiones, descerebrados. Satisfechos en sus ridículas aportaciones. Que todavía confian en que el arte sea un mercado.

Contra la música juvenil. Contra la industria, los músicos, los grupos tarados. Se os acaba el chollo: hasta los niños se están aburriendo con vosotros.

Contra las discotecas. Catedrales histéricas donde el alma juvenil se disuelve en blando infierno. Bebedores de refrescos, zampabollos impotentes …

Contra la moda juvenil y su obsesión por las marcas. Jerarquía espúrea, clasismo de calcetín que es escuela de racismo, ligereza de opiniones y desprecio por el otro.

Contra los jóvenes parados. Auténticas marmotas en posición sodomizable. Sacos repletos de autoestima, que no inventan nada, ni se van de casa, ni emigran, ni siquiera se disuelven en el aire. Sólo dejan de llorar mientras están bebiendo.

Contra la industria completa del juvenilismo con sus potingues falsarios, sus modelos desfasados, su mensaje enfermo y mentiroso.

Contra los que se obsesionan con el cuidado del cuerpo. Los que pedaleando al infinito en un palmo de terreno disminuyen su grasa y su cerebro. Condenados al fin, acomplejadas bestias, a trotar y trotar hacia la muerte.

Contra los que se cambian de cara; los rejuvenecidos. No nos engañáis: sabemos que sois realmente jóvenes, a pesar de la máscara.

Contra la estupidez general, que emerge, fluye, vuela y amenaza con ahogar lo que de humano queda en esta nuestra arquitectura de la nada.

El europeo, nº 40, febrero 1992