"Los ojos no ven nada más que lo que miran y no miran nada más que lo que ya conocen. Añadamos como corolario que si no encuentran lo que buscan, dicen que no hay nada".
(Telesforo de Aranzadi)

viernes, 16 de diciembre de 2011

un visionario de la fotografía


Tiphaigne de la Roche escribió una novela de viajes titulada "Giphantie" y publicada en 1.760, en el siguiente pasaje hace alusión a una técnica que aún tardaría casi 50 años en aparecer.
  “En los desiertos del N. de Guinea encuentra un maravilloso jardín, isla poblada por los “espíritus elementales”. El prefecto de la isla le acompaña en la visita y le explica las maravillas del lugar.
  Entre otras cosas nuestro viajero descubre, en un subterráneo, unos paisajes. Ilusionadamente piensa que son reales, pero su acompañante explica que “los espíritus elementales no son tan hábiles pintores como buenos físicos, ya juzgareis por su manera de obrar. Sabéis que la luz reflejada de los distintos cuerpos forman cuadro y que estos cuerpos se graban en todas las superficies pulidas, en la retina del ojo, en el agua, en los espejos. Los espíritus elementales hemos procurado fijar esas imágenes fugaces. Hemos compuesto una manera muy sutil, muy viscosa y pronta en desecarse y endurecer, con la que se hace un cuadro en un santiamén. Se recubre de dicha materia un lienzo que luego se presenta ante los objetos que se quieran pintar. El primer efecto del lienzo es el mismo del espejo. En él se ven todos los cuerpos vecinos y lejanos cuya imagen puede aportar luz. Pero lo que un espejo no puede hacer, lo consigue la tela, cuyo revestimiento viscoso retiene los simulacros. El espejo nos devuelve fielmente los objetos, pero no retiene ninguno. Nuestras telas también los restituyen fielmente y los conservan todos. Esta impresión de las imágenes es cuestión del primer instante en que la tela los reciba. Se quita enseguida y se coloca en un lugar oscuro. Una hora después, el barniz esta seco y se tiene un cuadro tan precioso que ningún arte puede imitar su verdad y que el tiempo de ninguna manera puede estropearlo . . . . .”
  El espíritu elemental se detuvo luego en algunos detalles físicos : primero la naturaleza del cuerpo viscoso que intercepta y conserva los rayos; segundo, las dificultades de su preparación y de ese cuerpo desecado; tres problemas que yo propongo a los físicos de nuestros días y que remito a su sagacidad.”

martes, 1 de noviembre de 2011

Alfanhui 0.1

DE  UN  GALLO  DE  VELETA  QUE  CAZO  UNOS  LAGARTOS  
Y  LO  QUE  CON  ELLOS  HIZO  UN  NIÑO

El gallo de la veleta, recortado en una chapa de hierro que se cantea al viento sin moverse y que tiene un ojo solo que se ve por las dos partes, pero es solo un ojo, se bajó una noche de la casa y se fue a las piedras a cazar lagartos. Hacía luna, y a picotazos de hierro los mataba. Los colgó al tresbolillo en la blanca pared de levante que no tiene ventanas, prendidos de muchos clavos. Los más grandes puso arriba y cuanto más chicos, más abajo. Cuando los lagartos estaban frescos todavía, pasaban vergüenza, aunque muertos, porque no se les había aún secado la glandulita que segrega el rubor, que en los lagartos se llama “amarillor”, pues tienen una vergüenza amarilla y fría.
Pero andando el tiempo se fueron secando al sol, y se pusieron de un color negruzco, y se encogió su piel y se arrugó. La cola se les dobló hacia el mediodía, porque esa parte había encogido al sol más que la del septentrión, adonde no va nunca. Y así vinieron a quedar los lagartos con la postura de los alacranes, todos hacia una misma parte, y ya, como habían perdido los colores y la tersura de la piel, no pasaban vergüenza.
Y andando más tiempo todavía, vino el de la lluvia, que se puso a flagelar la pared donde ellos estaban colgados, y los empapaba bien y desteñía de sus pieles un zumillo, como de herrumbre verdinegra, que colaba en reguero por la pared hasta la tierra. Un niño puso un bote al pie de cada reguerillo, y al cabo de las lluvias había llenado los botes de aquel zumo  y lo juntó todo en una palangana para ponerlo seco.
Ya los lagartos habían desteñido todo lo suyo, y cuando volvieron los días de sol tan sólo se veían en la pared unos esqueletitos blancos, con la película fina y transparente, como las camisas de las culebras y que apenas destacaban del encalado.
pero el niño era más hermano de los lagartos que del gallo de la veleta, y un día que no hacía viento y el gallo no podía defenderse, subió al tejado y lo arrancó de allí y lo echó a la fragua, y empezó a mover el fuelle. El gallo chirriaba en los tizones como si hiciera viento y se fue poniendo rojo, amarillo, blanco. Cuando notó que empezaba a reblandecerse, se dobló y se abrazó con las fuerzas que le quedaban a un carbón grande, para no perderse del todo. El niño paró el fuelle y echó un cubo de agua sobre el fuego, que se apagó resoplando como un gato, y el gallo de veleta quedó asido para siempre al trozo de carbón.
Volvió el niño a su palangana y vio cómo había quedado en el fondo un poso pardo, como un barrillo fino. A los días, toda el agua se había ido por el calor que hacía y quedó sólo polvo. El niño lo desgranó y puso el montoncito sobre un pañuelo blanco para verle el color. Y vio que el polvillo estaba hecho de cuatro colores: negro, verde, azul y oro. Luego cogió una seda y pasó el oro, que era lo más fino; en una tela de lino pasó el azul, en un harnero el verde y quedó el negro.
De los cuatro polvillos usó el primero, que era de oro, para dorar picaportes; con el segundo, que era azul, se hizo un relojito de arena; el tercero, que era el verde, lo dio a su madre para teñir visillos, y con el negro, tinta, para aprender a escribir.
La madre se puso muy contenta al ver las industrias de su hijo, y en premio lo mandó a la escuela. Todos los compañeros le envidiaban allí la tinta por lo brillante y lo bonita que era, porque daba un tono sepia como no se había visto. Pero el niño aprendió un alfabeto raro que nadie le entendía, y tuvo que irse de la escuela porque el maestro decía que daba mal ejemplo. Su madre lo encerró en un cuarto con una pluma, un tintero y un papel, y le dijo que no saldría de allí hasta que no escribiera como los demás. Pero el niño, cuando se veía sólo, sacaba el tintero y se ponía a escribir en su extraño alfabeto, en un rasgón de camisa blanca que había encontrado colgando de un árbol.

viernes, 21 de octubre de 2011

El Mundo según Casciari

Leí una vez que la Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más joven. Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la edad de los países basándome en el “sistema perro”.
Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro era joven o viejo había que multiplicar su edad biológica por 7. En caso de los países hay que dividir su edad histórica entre 14 para saber su correspondencia humana. ¿Confuso? En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores.
Argentina nació en 1816, por lo tanto ya tiene 190 años. Si lo dividimos entre 14, Argentina tiene “humanamente” alrededor de 13 años y medio, o sea, está en la edad del pavo. es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de acné (¿será por eso que le dicen el granero del mundo?)
Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa siempre en estos casos, forman pandillas. La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que tienen un conjunto de rock. Ensayan en un garaje, hacen mucho ruido y jamás han sacado un disco.
México también es adolescente, pero con ascendente indígena. Por eso se rie poco y no fuma ni un inofensivo porro, como el resto de sus amiguitos, sino que mastica peyote, y se junta con Estados Unidos, un retrasado mental de 17, que se dedica a atacar a los chicos hambrientos de 6 añitos en otros continentes.
En el otro extremo está la China milenaria. Si dividimos sus 1200 años por 14 obtendremos una señora de 85, conservadora, con olor a pipí de gato, que se la pasa comiendo arroz porque no tiene –por ahora- para comprarse una dentadura postiza. La China tiene un nieto de 8 años, Taiwán, que le hace la vida imposible. Está divorciada desde hace rato de Japón, un viejo cascarrabias, que se junto con Filipinas, una jovencita pendeja, que siempre está dispuesta a cualquier aberración a cambio de dinero.
Después, están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo, Australia y Canadá, típicos países que crecieron al amparo de papá Inglaterra y mamá Francia, con una educación estricta y concheta, y que ahora se hacen los locos. Australia es una pendeja de poco más de 18 años, que hace topless y tiene sexo con Sudáfrica; mientras que Canadá es un chico gay emancipado, que en cualquier momento adopta al bebé Groenlandia para formar una de esas familias alternativas que están de moda.
Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy respetada en el ámbito profesional. Tiene un hijo de apenas 6 años: Mónaco, que va camino de ser puto o bailarín …. o ambas cosas. Es amante esporádica de Alemania, camionero rico que está casado con Austria, que sabe que es cornuda, pero no le importa.
Italia es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y al Vaticano, dos hijos católicos idénticos a los mmellizos de los Flanders. estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron poco: tuvieron a Suiza), pero ahora no quiere saber nada con los hombres. A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica: abogada, independiente, que usa pantalón y habla de política de tú a tú con los hombres (Bélgica también fantasea a veces con saber preparar espaguetis.
España es la mujer más linda de Europa (posiblemente Francia le haga sombra, pero pierde espontaneidad por usar tanto perfume). Anda mucho en tetas y va casi siempre borracha. Generalmente se deja follar por Inglaterra y después hace la denuncia. España tiene hijos por todas partes (casi todos de 13 años), que viven lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que, cuando tienen hambre, pasen una temporada en su casa y le abran la necera.
Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Sale en barco por la noche, se tira a las pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en alguna parte del mundo. Pero no se desentiende de ella. En general las islas viven con la madre, pero Inglaterra les da de comer. Escocia e Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven en el piso de arriba, se pasan la vida borrachos y ni siquiera saben jugar al fútbol. Son la vergüenza de la familia.
Suecia y Noruega son dos lesbianas de casi 40 años, que están buenas de cuerpo, a pesar de la edad, pero no le dan bola a nadie. Follan y trabajan, pues son licenciadas en algo. A veces hacen trio con Holanda (cuando necesitan porros); otras, le histeriquean a Finlandia, que es un tipo medio andrógino de 30 años, que vive solo en un ático sin amueblar y se la pasa hablando por el móvil con Corea.
Corea (la del sur) vive pendiente de su hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico cuando salió del útero y quedó estúpida. Se paso la infancia usando pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa. Estados Unidos, el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino porque le quiere quitar sus pistolas.
Israel es un intelectual de 62 años que tuvo una vida de mierda. Hace unos años, Alemania, el camionero, no le vio y se lo llevó por delante. Desde ese día Israel se puso como loco. Ahora, en vez de leer libros, se lo pasa en la terraza tirándole piedras a Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la casa de al lado.
Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los repuestos, hasta que un día le robaron un repuesto a la motoneta de Estados Unidos y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.
El mundo estaba bien así, hasta que un día Rusia se juntó (sin casarse) con la Perestroika y tuvieron como docena y media de hijos. Todos raros, algunos mongólicos, otros esquizofrénicos.
Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los habitantes serios del mundo descubrimos que un país que se llamaba Kabardino-Balkaria. Un país con bandera, presidente, himno, flora, fauna … y ¡hasta gente!
A mí me da un poco de miedo que aparezcan países de corta edad, así, de repente. Que nos enteremos de costado y que, incluso, tengamos que poner cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes. Y yo me pregunto: ¿Por qué siguen naciendo países, si los que hay todavía no funcionan?

Escrito por Hernán Casciari

miércoles, 19 de octubre de 2011

Toonhole | Bar Flies – Lou the Frog

Toonhole | Bar Flies – Lou the Frog

El agon como exigencia sagrada


Asaltos filosóficos

Por Gonzalo M. Barallobre.
Pensar para encontrarse, no hay pretensión más pequeña y humilde y que a la vez sea tan peligrosa y urgente. Y es que toda búsqueda es un arma de doble filo. Pero la palabra que da nombre a este bello arte ya lo viene avisando: filo-sofía. Sabiduría que corta. Me permito esta violación etimológica porque reconozco y recuerdo el delito.
El filósofo debe ser un agua rituales, debe poner dinamita en el corazón mismo de las respuestas. Su tarea es forzar el límite para lograr el clima idóneo para el pensamiento: la tensión. Ella es el pulso secreto del universo. El telón de fondo que permite la música. Si se piensa en las entrañas de un piano se entenderá mejor lo que quiero decir. Y es que la tensión es la condición de posibilidad de toda melodía.
Si tenemos la tensión, recuerden el artículo que inauguraba esta columna, tenemos también el vértigo. Él es el principio y el motor de toda reflexión. Frente al asombro aristotélico o la violencia deleuziana, yo postulo el vértigo como padre de todo pensar. Aprender a habitarlo es el objetivo de toda sabiduría y ésta sólo se puede conquistar a través de un asalto filosófico. Como no existen puntos fijos el término “conquistar” debe ser entendido en un sentido dinámico, haciendo referencia al esfuerzo permanente por estar en pie. La vida como pulso. De la tensión como escenario a la tensión como tarea. Y es que nuestra fe debe ser la lucha. El agon como centro y bandera. En esto los griegos fueron los grandes maestros. El agon como autoexigencia sagrada que nos revela en el corazón mismo de lo trágico. Y así, erguidos sobre nuestros pensamientos, verticales contra el cielo, continuaremos aullando al gran enigma que nos habita.
Somos lo que somos en la tormenta, en su vientre no hay lugar para las máscaras, para los artificios. La vida, con su crueldad y su belleza, nos va revelando. Sin piedad -¿por qué iba a tenerla?- nos devuelve nuestro rostro más auténtico. Nuestra mirada más justa y sincera. Desde el final de un día largo, metidos ya en la cama, envueltos por la oscuridad y el silencio de la noche, todos hemos sentido nuestro propio peso, nuestra gravedad. Ese reino efímero de espejismos, de sombras líquidas, de lugares conocidos y profundidades olvidadas.
Hace unas horas, un compañero de búsqueda me hablaba de la importancia del concepto de relación. Es imposible llegar a entender hasta qué punto estamos vinculados los unos a los otros. Desde tu soledad, cuando el universo se ha convertido en el gran espejo en el que te miras, tu temblor llega hasta la última célula del mundo.
Uno puede creer que al dormir la tensión desaparece, pero esta creencia es pura ficción. Hundido en ti, todo tu cuerpo trabaja para mantenerte. Miles de síntesis y rupturas químicas tienen lugar cada segundo. Mientras, tu corazón, con un movimiento sordo, golpea tu pecho para mantenerle dentro de la vida. Sueñas y luchas. La tensión te mantiene erguido en tu hundimiento y despertar no es otra cosa que recordarlo.